¿Estás en Amsterdam, Nueva York, y de repente te da un antojo irresistible de comida española? Te entiendo perfectamente. Uno a veces solo quiere una tapa decente, un buen vino y, por supuesto, un poco de flamenco en el ambiente. Pero vamos al grano, que la barriga no espera.
Restaurantes Españoles En Amsterdam Nueva York Cerca De Mí cerca de ti:
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El primer sitio que se me ocurre
Es el clásico restaurante del centro que todos conocen. No hace falta que te diga el nombre porque si preguntas, te mandan directo a la puerta. La decoración es muy, pero muy española. Hasta parecen haber importado las mesas directamente de una taberna madrileña. Y no, no es una exageración; te sientes en plenas Ramblas pero sin los turistas molestos. La comida, pues… regular. No me malinterpretes, no está mal, pero tampoco es para tirar cohetes. Las tapas no son nada del otro mundo, pero oye, cumplen su papel. Ah, y el vino… mejor píllate una cerveza, amigo.
Otro local que se lleva los comentarios
Nos vamos a una esquina menos frecuentada. Aquí es donde la cosa mejora un poco. Este restaurante al menos se esfuerza un poco más con el jamón. Y el pulpo, sorprendentemente, no está pasado. ¡Aleluya! Las porciones, eso sí, un poco como de juguete, pero vamos, que al menos saben a algo. Hay que ser justo: la paella es decente, aunque nunca como la de Valencia, claro. Pero venga, le damos un aprobado.
Pero aquí viene lo bueno
Llegamos al que posiblemente sea el mejorcito en cuestión de sabores auténticos. Te aseguro que no vas a encontrar una tortilla mejor en millas a la redonda. Y el chorizo a la sidra, una auténtica bomba, pero en el buen sentido. Eso sí, prepara la cartera porque barato no es. La experiencia, sin embargo, vale cada céntimo. El flamenco en directo a veces suena más a karaoke, pero se les perdona por el esfuerzo. ¡Venga, una palmadita en la espalda para ellos!
¿Qué tal una sorpresa inesperada?
Vale, este es el sitio del que nadie habla pero debería. Ése que te encuentras por casualidad en un callejón, casi pidiendo permiso para existir. La sangría, espectacular. Que solo por eso ya me tienen ganado. El ambiente es más relajado, menos pretencioso. No esperes un menú extenso pero, ¡ay!, cada plato te transporta directo a cualquier provincia española. Aquí sí que saben lo que hacen. De verdad. Es lo que buscabas sin saberlo.
Ahora, si buscas algo diferente…
Porque no todo es paella y tapas. Hay un par de sitios que se arriesgan con fusiones locas. Algunas funcionan, otras… menos. Pero se agradece la audacia. Como el sitio que se atreve con un gazpacho de mango que te hace pensar si esa mezcla es en serio. Pues sí, lo es. Y sorprendentemente bueno. Para los más atrevidos, es una parada obligada. Además, siempre puedes volver a lo clásico si la cosa no va como esperabas. Variedad, amigo, es la clave.
Ojo con la relación calidad-precio
Algo que no puedo dejar pasar. Algunos de estos lugares parece que piensan que pueden cobrarte un ojo de la cara por un tablao más o menos improvisado. Aquí es donde tienes que andarte con ojo. Algunos vale la pena, otros ni en broma. Así que revisa bien antes de dejarte la nómina. Es un juego de aciertos y errores, pero así es también lo emocionante. Y quién sabe, puedes encontrar una verdadera joya entre tanto intento fallido.
Resumen Rápido
- El restaurate del centro es correcto, sin más.
- Un local menos céntrico mejora en calidad, pero no en porciones.
- El mejor según sabores, cuesta lo suyo pero vale la pena.
- Un desconocido en un callejón te puede sorprender gratamente.
- Opciones de fusión para los más atrevidos, con altos y bajos.
- Ojo con lo que pagas, la calidad y la autenticidad a veces se pasan de precio.