¿Qué está sucediendo en San Francisco? La pregunta resuena en los corredores de las compañías tecnológicas y en las oficinas de bienes raíces de la ciudad. La respuesta podría sorprender a muchos. Pero antes de desvelar el posible salvavidas de la ciudad, veamos cómo llegamos aquí.
La Historia Reciente de San Francisco
Hace una década, Uber marcó su compromiso con San Francisco construyendo un enorme campus de paredes de vidrio en la costa este de la ciudad. Entonces llegó la pandemia, y con ella, un cambio masivo hacia el trabajo remoto. Uber, al igual que muchas otras empresas, se dio cuenta de que ya no necesitaba tanto espacio, transformando su gran campus en un sumidero de efectivo.
¿El resultado? Parte del campus quedó vacío durante años, hasta que OpenAI, respaldado por una inversión de 13 mil millones de dólares de Microsoft, decidió subarrendar dos de los cuatro edificios a finales del año pasado.
La Gran Huida de las Oficinas
Este no es un caso aislado. Uber es solo una de las muchas empresas tecnológicas que han reducido su espacio de oficinas en San Francisco. Airbnb, Block, Dropbox y Meta son otros ejemplos prominentes. El éxodo ha continuado, con Google abandonando una oficina en la Spear Tower y Salesforce reduciendo su espacio en un 45%.
La desocupación de oficinas alcanzó un récord de alrededor del 32%, según el gobierno de la ciudad, y un 37%, según CBRE. Antes de la pandemia, estas tasas estaban por debajo del 5%. El impacto ha sido significativo, especialmente en una ciudad donde las grandes empresas de tecnología han adoptado ampliamente el trabajo remoto.
La Caída de los Alquileres
Según CBRE, las 20 mayores empresas tecnológicas de San Francisco ocuparon 16 millones de pies cuadrados de espacio en 2019. A finales del año pasado, esa cifra se había reducido a la mitad. Los alquileres efectivos ahora están un 30% por debajo de los niveles de 2019, y el espacio de oficinas disponible para subarrendar alcanzó un récord de 9 millones de pies cuadrados.
El Auge de la IA: ¿Una Luz al Final del Túnel?
Sin embargo, hay un nuevo actor en escena: la inteligencia artificial. En los últimos 12 meses, las startups de IA han incrementado su demanda de espacio para oficinas en San Francisco. OpenAI ha adquirido alrededor de 1 millón de pies cuadrados de espacio, mucho del cual fue abandonado por Uber. Anthropic, respaldada por Google, se mudó a la antigua sede de Slack.
¿Es suficiente este auge de la IA para revertir la tendencia? No del todo. Aunque estas señales son positivas, las empresas de inteligencia artificial aún no son lo suficientemente grandes como para alterar drásticamente la dinámica del mercado de oficinas de San Francisco.
Otros Destellos de Esperanza
No todo el panorama es sombrío. La tasa de desocupación de oficinas parece haberse estabilizado, en parte gracias a la estabilización de las tasas de interés. Adyen, una empresa holandesa de tecnología financiera, firmó el mayor subarrendamiento del año en marzo, adquiriendo la antigua sede de Pinterest. La plataforma de software Rippling también se hizo cargo de nueve plantas en el centro de la ciudad en abril.
Desafíos Persistentes
A pesar de estas buenas noticias, San Francisco enfrenta grandes desafíos. La ciudad tiene los impuestos comerciales más altos del Área de la Bahía, regulaciones onerosas, un alto impuesto sobre la renta personal, viviendas caras y altos costos de vida. Además, problemas sociales como la alta tasa de personas sin hogar, delitos menores y muertes por sobredosis de drogas no ayudan a su reputación como un lugar amigable para los negocios.
¿Será la IA el Nuevo Motor Económico?
San Francisco sigue siendo el hogar indiscutible de los mejores talentos en IA. La gran pregunta es si la fuerza gravitacional de la IA será lo suficientemente fuerte como para impulsar un nuevo período de alto crecimiento para la economía del Área de la Bahía.
En resumen, mientras que el auge de la IA ofrece un rayo de esperanza, San Francisco necesita abordar una serie de problemas estructurales y sociales para frenar el éxodo tecnológico y revitalizar su economía. El futuro de la ciudad podría depender de cómo equilibre estas fuerzas opuestas.